Llegó la primavera y junto a ésta, las alergias
De golpe todo fluye como en un torbellino, y el aire se llena de sustancias extrañas para nuestro sistema detector inmunológico, aparecen: polvo, polen, pelos, plumas, parásitos de animales, insectos, y otros tóxicos dentro del organismo; como productos químicos (cosméticos, colorantes medicamentos etc.), .y la misma polución ambiental de cada día.
Además de estos factores físicos, hay por supuesto los originados por carencias, de orden afectivo o síquicos, que se somatizan en el organismo como eczemas, asma (necesidad de amor y protección paterna), cuyo origen comprobado está, en la sutileza del cuerpo mental y emocional al que no debemos descuidar por su impacto directo, en nuestra salud.
La herbolaria o fitoterapia, nos conecta directamente con la planta viva, que podemos mirar, oler, tocar, cultivada por nosotros o recolectadas (ortiga, llantén, diente de león, etc.). Es la medicina de siempre nacida de la sabiduría popular, con la simpleza de sus efectos.
Los síntomas más notables de la alergia son:
Picazón, urticaria, rinitis con secreción nasal enrojecimiento de los ojos, lagrimeo, tos, dificultad al respirar, asma, etc. Todas éstas, son alarmas que suenan en nuestro cuerpo físico, que debemos oír y no acallar, para encontrar el elemento alterante (alérgenos).
Para evitar el contacto con el polen, en primavera y verano, se pueden establecer una serie de medidas:
Conocer al “enemigo”: Distintos tipos de polen provocan reacciones alérgicas en diferentes personas. No todos disparan las mismas reacciones en cada organismo. Los estudios médicos realizados por los alergistas les servirán para conocer a qué tipo de polen (u otros agentes) son alérgicos, para saber evitarlos cuando se presenten.
Controlar los horarios: La mayor producción de polen tiene lugar entre las 5-10 de la mañana y de 7-10 de la noche, por lo que es mejor evitar las salidas al aire libre en esos horarios.
Consultar el pronóstico del tiempo: Los días secos y ventosos dispersan el polen y son los más críticos para los alérgicos; en esos días, es mejor permanecer en casa o al menos en lugares cerrados. Por el contrario, en los días húmedos, sobre todo después de una lluvia, el agua lava y elimina los rastros de polen del aire, trayendo alivio y mejorando la respiración. Así que lo mejor es tomar previsiones antes de realizar cualquier actividad a la intemperie.
Evitar el contacto directo: En caso de realizar actividades al aire libre (especialmente en el jardín), una simple mascarilla de pintor servirá para evitar la inhalación de polen y retrasar la aparición de alergias. Evitar tumbarse en el césped y utilizar anteojos o gafas de sol al salir.
Cambiarse con frecuencia: El cambio de ropas varias veces al día permitirá mantener alejados los alergenos que se adhieren a las telas. Por el mismo motivo, es conveniente no secar la ropa al sol, para que las partículas de polen no se impregnen.
Bañarse con frecuencia: Como complemento de la recomendación anterior, una ducha refrescante y un lavado de cabello todas las noches servirán para eliminar todo rastro de polen del cuerpo y descansar mejor.
Mantener la casa limpia: En los hogares, limpiar los pisos con agua para que la humedad mantenga el polen en el suelo y no se disperse por el aire; limpiar con frecuencia las cortinas y aberturas por donde ingrese aire del exterior y utilizar equipos de aire acondicionado con sistemas de filtrado de polen (que deberán conservarse limpios y en condiciones). Dejar las ventanas cerradas cuando el viento sople hacia el interior de la habitación. Utilizar la aspiradora en vez de escobas o plumeros.
Consultar al médico: Existen remedios con efecto antihistamínico muy efectivos (muchos de ellos de venta libre) pero es mejor que sean recetados y controlados por un especialista que proporcione la mejor medicación para cada tipo específico de paciente.
Mantener las ventanas cerradas: por la noche y cuando se viaja en el coche; y/o utilizar aire acondicionado con filtros y cambiarlos con frecuencia